Madre de Dios y Madre nuestra!
Llenos de aflicción y dolor acudimos,
a Ti en estas horas amargas de la enfermedad,
para pedirte que derrames a manos llenas
las gracias de tu misericordia sobre nosotros.
Indignos somos por nuestros pecados, pero
acuérdate de que jamás se ha oído decir que ninguno
¡Madre tierna! ¡Madre bondadosa! ¡Madre dulcísima!
Ya que Dios obra por tu mano curaciones innumerables
guarda una mirada de bendición para este pobre enfermo…
Alcánzale de tu Divino Hijo Jesucristo la deseada salud,
en cuerpo y alma, si ha de ser para mayor gloria de Dios.
paciencia y resignación en los sufrimientos, y
sobre todo, un amor grande y eterno a nuestro Dios.
Por Jesucristo nuestro Señor, tu Hijo que vive y reina.
Amén.
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