tú eres nuestro Padre,
y en Jesucristo nos haces hermanos,
te damos gracias por
habernos dado a Don Carlo Gnocchi
que la Iglesia venera como beato.
Danos su profunda fe,
su esperanza tenaz,
su ardiente caridad,
para que podamos seguir su ejemplo heroico,
de ayudar en la vida de cada hombre
"golpeado y despojado por el dolor".
Don Carlo nos enseñe
a buscarte cada día de los más frágiles,
en los ojos castos de los niños,
en la sonrisa cansada de los ancianos,
en el ocaso de los moribundos,
para amarte cada día con el
"incansable trabajo de la ciencia,
con las obras de la solidaridad humana
y en los prodigios de la caridad sobrenatural".
Amén
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