Tú has experimentado como nadie la misericordia del Padre,
y has participado en su manifestación
mediante el sacrificio de tu corazón al pie de la cruz.
a favor de los cristianos que sufrían cautividad
y se encontraban en peligro de perder su fe.
Hoy sigues haciendo presente el amor de Dios entre los hombres,
los que sufren, los pobres, los perseguidos, los oprimidos.
Escucha nuestras súplicas.
Rompe las cadenas que nos atan y nos impiden ser libres
y conviértenos en redentores y liberadores,
dediquemos nuestras vidas a promover la verdadera
aquella que permite la comunión con el Padre
y la fraternidad con Cristo y los hermanos.
Amén.
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