Venimos a ti seguros y confiados de que no quedaremos
defraudados, ya que el mismo Dios no dudó en mostrar sus
majestuosas fortalezas y maravillas en favor tuyo,
por el lugar privilegiado que ocupas en su corazón.
Por eso a ti acudimos azucena de Asís, dulce abadesa de
las Damas Pobres, valiéndonos de tu inmenso amor, te suplicamos
que utilices esos méritos con los que ahora brillas por la eternidad.
Te lo suplicamos por los meritos que te galardonaron como fruto
de tu vida consagrada, santa Inés de Asís, apiádate de nosotros y
préstanos tu poderosa ayuda. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor
para quien no hay nada imposible, que vive y reina.
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