y, aunque pudiera, no quisiera nada,
porque mi único deseo es que se haga tu voluntad en mí,
sobre mí, en torno a mí. Fiat voluntas tua.
Si el Instituto debe proseguir con mi contribución,
ayúdame y fiat;
si debo abandonarlo e ir a ti,
con el miedo de que deje de existir al morir yo, fiat;
si quieres que siga viviendo
y que, atribulada e impotente,
vea que se deshace lo que he construido y obtenido, fiat.
Sí, Dios mío, siempre repetiré: hágase tu voluntad. Fiat
No hay comentarios:
Publicar un comentario