Hija de Dios Padre,
Madre de Dios Hijo,
Esposa del Espíritu Santo:
míranos.
El amor del Padre
nos ha creado el uno para el otro;
el amor de Cristo
ha convertido nuestro amor en
signo sacramental que hace crecer la Iglesia;
fecundo y renovador.
Tú eres nuestro modelo,
sé siempre nuestra guía y nuestra Madre.
Que nuestro amor sea fiel
desde la fidelidad renovada cada día,
en el tedio de lo cotidiano,
en la borrasca de la tentación,
en la alegría de las cosas nuevas.
Que nuestro amor sea fecundo
más allá de la pobreza
más allá de la tentación del facilismo
y del confort,
más allá de la muerte.
María, esposa de José,
fuerte al pie de la Cruz..., enséñanos.
Que nuestro amor sea creador
en la concepción
y educación de los hijos,
en el ejemplo de vida cristiana,
en la oración que renueve
nuestra familia,
en los pobres que nos necesitan,
en los amigos que nos acompañan,
en la Iglesia que nos da a Jesús.
María, la de las manos suplicantes,
María, la que en el Cielo
reza por nosotros,
María, Madre del Valle,
ampáranos.
Amén.
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