domingo, 8 de abril de 2012
SABADO DE GLORIA: "HA RESUCITADO. NO ESTA AQUI..."
Ceremonia de Vigilia Pascual
En la Vigilia Pascual, la Iglesia Católica celebra una liturgia solemne.
Comienzan los oficios con el templo a oscuras, encendiéndose y bendiciéndose un fuego en el atrio, en un lugar fuera del templo. De ese fuego se enciende el Cirio Pascual, una enorme vela que simboliza a Cristo Resucitado. Acto seguido, se inicia la procesión del sacerdote y los ministros, y los fieles que esperan dentro del templo encienden sus velas propias de la llama del Cirio, a medida que se avanza con el cirio en alto por la nave central del templo, deteniéndose en tres oportunidades para cantar: "Luz de Cristo", a lo que los fieles responden: "Demos gracias a Dios". Cada vez este canto se efectúa un tono más alto.
Llegados al presbiterio, se coloca en el centro del mismo, junto al altar o junto al ambón, y el sacerdote lo inciensa tres veces. Se encienden algunas luces del templo (quedando a media luz), y acto seguido, el sacerdote celebrante o un cantor entona el Pregón pascual, antiguo himno alusivo a la noche de Pascua que proclama la gloria de la Resurrección de Cristo, que envolverá toda la liturgia de esta noche.
Luego continua con la Liturgia de la Palabra, en se proclaman siete relatos del Antiguo Testamento alusivos al plan salvífico de Dios, intercalados con salmos o cánticos del Antiguo Testamento (interpretados por un cantor) y oraciones (rezadas por el Sacerdote celebrante).
Tras estos sigue la Vigilia, el sacerdote celebrante inicia la entonación del Gloria que no se había cantado desde que empezó la Cuaresma, junto con repique de las campanas de la torre de la iglesia y las campanillas de mano. Se encienden las restantes luces del templo .
Terminado el Gloria, se lee una carta del Apóstol San Pablo, luego y previo al Evangelio se entona de manera solemne el Aleluya, y se procede a la lectura del Evangelio correspondiente.
Tras la homilía, pronunciada por el celebrante principal, tiene lugar la Liturgia Bautismal, en la cual se bendice el agua de la pila bautismal, y los fieles presentes renuevan sus promesas bautismales, tomando de nuevo la luz del cirio pascual, y se los asperja con agua bendita.
La eucaristía termina con el envío, que en este día es solemnizado por el canto y por el doble Aleluya que se añade. Al final, es costumbre cantar el Regina Coeli (Reina del Cielo), una alabanza a la Virgen María para que se alegre con la Resurrección de su Hijo.
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