Mi Dios y mi todo: apártame de lo que no seas tú, para unirme enteramente a ti. Mi amado todo: sé tú mi todo, y que lo demás nada signifique para mí. Jesús mío, sé tú Jesús para mí. Tú, vida de mi alma, Rey de mis amores, vive y reina en mí perfectamente. ¡Viva Jesús!, ¡Viva el Rey de mi corazón, viva la vida de mi vida! Que él sea amado y glorificado por todo en todas las cosas.
Te pido, fuego divino e inmenso, fuego devorador, que me consumas íntegramente en tus sagradas llamas. Fuegos, llamas celestiales: caigan sobre mí y transfórmenme en llama de amor a mi Jesús. Tú, Jesús, que eres todo fuego y llama de amor hacia mí, haz que yo sea fuego y llama de amor hacia ti. Tú, Jesús, eres todo mío: que yo sea todo tuyo por siempre. Tú eres el Dios de mi corazón, mi único tesoro: sólo a ti deseo en el cielo y en la tierra. Tú eres el único necesario, a quien busco y deseo, mi Jesús y mi todo: fuera de él todo es nada. Ven, Señor Jesús, ven a mi corazón para que allí te ames tú mismo en forma perfecta. ¿Cuándo será, Jesús, que nada en mí sea contrario a tu santo amor?
Madre de Jesús, muestra que de verdad lo eres: fórmalo y hazlo vivir en mí.
Madre de amor, ama a tu Hijo por mí.
Jesús, date a ti mismo, centuplicado, el amor que yo hubiera debido darte en toda mi vida y que debían darte todas las criaturas.
Te ofrezco, Jesús, todo el amor del cielo y de la tierra. Te doy mi corazón para que lo colmes de tu santo amor.
Que todos mis pasos den homenaje a tu caminar sobre la tierra. Te consagro mis pensamientos para honrar los tuyos, mis palabras para honrar tus santas palabras. Que todas mis acciones glorifiquen las tuyas divinas.
Tú eres mi gloria: haz que me inmole eternamente a tu gloria.
Tú eres mi todo: renuncio a todo lo que no eres tú y me entrego a ti para siempre.
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