Tú, que sufriste persecuciones y humillaciones;
tú, que pusiste tu vida sólo en las manos de Dios;
tú, que serviste con alegría a los miembros
por los consagrados y consagradas al servicio del Reino,
Guíanos, oh, dulce amiga y compañera de viaje,
en nuestro camino a la santidad.
¡ruega por nosotros!
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