Tu vida la admiramos en los vaivenes de tu hogar
y sobre todo, en la conversión de tu hijo Agustín.
Supiste atraer a tu esposo hacia Dios e igualmente
a aquel hijo que había perdido la fe y fue un santo.
Le seguías llamándole, orando, llorando...
Consíguenos que comprendamos el papel sagrado
de todas las madres, su influencia en el hogar
y en la educación en la fe de sus hijos.
Te confiamos nuestra familia bajo tu protección.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
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