Acudamos a nuestro Salvador, maravillosamente transfigurado
ante sus discípulos en el monte Tabor, y digámosle con fe:
¡Ilumina, Señor, nuestras tinieblas!
Oh Cristo, que, antes de entregarte a la pasión,
quisiste manifestar en tu cuerpo transfigurado
la gloria de la resurrección futura,
te pedimos por la Iglesia que sufre,
que, en medio de las dificultades del mundo,
viva transfigurada por la esperanza de tu victoria.
Cristo, Señor nuestro, que tomando a Pedro,
Santiago y Juan los llevaste contigo a un monte alto,
te pedimos por el papa Francisco, por los obispos,
presbíteros que, llenos de aquella paz y alegría,
frutos de la esperanza en la resurrección,
guíen y sirvan fielmente a tu pueblo caminante.
Cristo Jesús, que desde el monte Tabor hiciste
brillar tu rostro sobre Moisés y Elías, te pedimos por
el pueblo que hiciste tuyo desde tiempos antiguos,
concédele que alcance la plenitud de la redención.
Cristo, esperanza nuestra, que iluminaste al mundo
entero cuando sobre Tí amaneció la gloria del Creador,
te pedimos por todos los enfermos y necesitados,
que caminen siempre siguiendo el resplandor de tu Luz.
Cristo, Salvador nuestro, que has de transformar
nuestro frágil cuerpo en cuerpo glorioso como el tuyo,
te pedimos por nuestros hermanos difuntos,
transfórmalos a imagen tuya y admítelos en tu Gloria.
Llenos de esperanza, oremos al Padre
como Cristo nos enseñó:
Padre nuestro...
ORACIÓN
Señor Dios, que en la gloriosa transfiguración de Jesucristo
confirmaste los misterios de la fe con el testimonio
de Moisés y de Elías, y nos hiciste entrever en la gloria
de tu Hijo la grandeza de nuestra definitiva adopción filial,
haz que escuchemos siempre la voz de tu Hijo amado y
lleguemos a ser un día sus coherederos en la gloria.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
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