Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa - Chapelle de la Rue de Bac (Paris)

INVOCACION Y ORACION POR LOS ENFERMOS

¡Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

(repetir tres veces)


¡Oh María, sin pecado concebida, por tu inmensa bondad y tierna misericordia te pido por todos los enfermos que te invocan con confianza! ¡Oh Madre piadosa, a quien la Iglesia llama confiada ¡Salud de los enfermos! Aquí me arrodillo implorando tu poderosa intercesión.
Lo que tantos afligidos obtenían por la palabra y los signos de tu Hijo Jesucristo, lo reciba este querido
enfermo ......................, a quien te encomiendo, mediante la aplicación de tu bendita Medalla.
Que su eficacia, tantas veces probada y reconocida en todo el mundo, se manifieste una vez más: para que cuantos seamos testigos de este nuevo favor tuyo, podamos dar testimonio agradecidos y exclamar:


¡El Señor y la Medalla Milagrosa le han curado!


lunes, 12 de diciembre de 2011

ORACION A LA VIRGEN DE GUADALUPE




Virgen de Guadalupe, Madre de las Américas,
te pedimos por todos los Obispos,
para que conduzcan a los fieles por senderos
de intensa vida cristiana, de amor y de humilde
servicio a Dios y a las almas.

Contempla esta inmensa mies, e intercede
para que el Señor infunda hambre de santidad
en todo el Pueblo de Dios, y otorgue abundantes
 vocaciones de sacerdotes y religiosos, fuertes en la fe
y celosos dispensadores de los misterios de Dios.

Concede a nuestros hogares la gracia de amar
y de respetar la vida que comienza
con el mismo amor con el que concebiste
en tu seno la vida del Hijo de Dios.

Virgen Santa María, Madre del Amor Hermoso,
protege a nuestras familias, para que estén muy unidas,
y bendice a la educación de nuestros hijos.

Esperanza nuestra, míranos con compasión,
enséñanos a ir continuamente a Jesús y, si caemos,
ayúdanos a levantarnos, a volver a Él, mediante
la confesión de nuestra culpas y pecados en el
sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.

Te suplicamos que nos concedas un amor
muy grande a todos los santos sacramentos,
Que son como las huellas que tu Hijo nos dejó en la tierra.
Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia,
con nuestros corazones libres de mal y de odios,
podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz,
que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo,
que con Dios Padre y con el Espíritu Santo,
vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén.


México, Enero de 1979. Juan Pablo II



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