Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa - Chapelle de la Rue de Bac (Paris)

INVOCACION Y ORACION POR LOS ENFERMOS

¡Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

(repetir tres veces)


¡Oh María, sin pecado concebida, por tu inmensa bondad y tierna misericordia te pido por todos los enfermos que te invocan con confianza! ¡Oh Madre piadosa, a quien la Iglesia llama confiada ¡Salud de los enfermos! Aquí me arrodillo implorando tu poderosa intercesión.
Lo que tantos afligidos obtenían por la palabra y los signos de tu Hijo Jesucristo, lo reciba este querido
enfermo ......................, a quien te encomiendo, mediante la aplicación de tu bendita Medalla.
Que su eficacia, tantas veces probada y reconocida en todo el mundo, se manifieste una vez más: para que cuantos seamos testigos de este nuevo favor tuyo, podamos dar testimonio agradecidos y exclamar:


¡El Señor y la Medalla Milagrosa le han curado!


domingo, 1 de abril de 2018

ORACIÓN A LA PASCUA DE RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

¡Señor, gracias, por esta tan vivo! 

¡Hoy, Señor, tu sepulcro está vacío y mi fe renace 

más viva y más fuerte que nunca! 

¡Mi Señor glorioso, has resucitado! 

¡Has resucitado y algo nuevo ha cambiado en el mundo 

y en mi vida! ¡Te siento más cerca, más vivo, más 

íntimamente unido a Ti! ¡Señor, desde hoy, me llamas 

a ser discípulo tuyo. Me llamas a no tener miedo. 

Cuando aprenda a compartir mis bienes con los 

necesitados, sé Señor que has resucitado; 

si soy capaz de consolar al amigo o al familiar que sufre, 

sé Señor que has resucitado; si respeto a los que tengo 

más cerca, sé Señor que has resucitado; si soy capaz 

de desprenderme de mis máscaras y de mis egoísmos, 

sé Señor que has resucitado; si me comporto ejemplarmente 

en mi vida familiar, espiritual, profesional y social, sé Señor 

que has resucitado; si soy capaz de no caer una y otra vez 

en la misma piedra de mis pecados, sé Señor que has 

resucitado; si tengo la generosidad de entregarme a Tí 

de corazón, sé Señor que has resucitado; si estoy dispuesto 

a dar mi tiempo por los demás, sé Señor que has resucitado; 

si soy capaz de mirar la realidad con Tus ojos y no según 

mis necesidades, sé Señor que has resucitado; si aprendo 

a escucharte cuando me hablas, a ponerme en la disposición 

interior del silencio y estar atento a lo que me quieres decir, 

sé Señor que has resucitado! ¡Te pido, Señor, que el aleluya 

pascual se grabe profundamente en mi corazón, de modo 

que no sea una mera palabra sino la expresión de mi misma 

vida: mi deseo de alabarte y actuar como un verdadero 

«resucitado»! ¡Aleluya, Señor! ¡Aleluya porque te me 

presentas en la pulcritud de la vida para convertir mi corazón!

 ¡Quiero resucitar contigo, Señor, y fijar mi mirada en Ti y en

los que me rodean dando amor, generosidad, entrega, 

misericordia, caridad, servicio, paciencia, esperanza…! 

¡Quiero resucitar contigo, Señor, para llenar de amor y 

humildad mis palabras, mis gestos y mis decisiones! 

Amén

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