Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa - Chapelle de la Rue de Bac (Paris)

INVOCACION Y ORACION POR LOS ENFERMOS

¡Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

(repetir tres veces)


¡Oh María, sin pecado concebida, por tu inmensa bondad y tierna misericordia te pido por todos los enfermos que te invocan con confianza! ¡Oh Madre piadosa, a quien la Iglesia llama confiada ¡Salud de los enfermos! Aquí me arrodillo implorando tu poderosa intercesión.
Lo que tantos afligidos obtenían por la palabra y los signos de tu Hijo Jesucristo, lo reciba este querido
enfermo ......................, a quien te encomiendo, mediante la aplicación de tu bendita Medalla.
Que su eficacia, tantas veces probada y reconocida en todo el mundo, se manifieste una vez más: para que cuantos seamos testigos de este nuevo favor tuyo, podamos dar testimonio agradecidos y exclamar:


¡El Señor y la Medalla Milagrosa le han curado!


lunes, 5 de febrero de 2018

ORACIÓN A SANTA ÁGUEDA

Señor Jesús, que has querido que tu mártir santa Agueda 
sea invocada como especial abogada de aquellas mujeres 
que se ven aquejadas con enfermedades en sus senos y 
en tu clemencia y bondad, que supera toda razón humana, 
te has dignado escuchar los ruegos por mediación de la santa.
Te doy gracias Señor por tu compasión y te pido que nos 
asista tu misericordia. Concede a cuantos se acercan a esta 
imagen de tu virgen santa Agueda, la paz que necesitan y 
el remedio que solo tú puedes dar y que libra al mal y al 
cuerpo de males y enfermedades.
Concédenos que los ruegos y méritos de santa Agueda 
ayuden a tantas almas que sufren afligidas en sus cuerpos 
el terrible mal del cáncer te encomiendo en especial a 
(nombrar a la persona que padece enfermedad).
Dígnate a escuchar nuestras súplicas, que son las que 
santa Agueda lleva en sus manos y te presenta. 
Concédeles el consuelo que necesitan y especialmente 
la curación que tanto anhelan, si es tu santa voluntad. 
Concédenos imitar a santa Agueda en la fortaleza, en la 
constancia y en la resignación, para que como ella podamos 
merecer una día la recompensa eterna de estar en la gloria, 
donde vives y reinas por los siglos de los siglos. 
Amén

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