(de San Juan Pablo II)
que en el hombre viviente
muestras el esplendor de tu gloria,
y pones en su corazón la simiente de tu llamada,
haz que ninguno, por negligencia nuestra,
sino que todos, con plena generosidad,
puedan caminar hacia la realización de tu Amor.
Señor Jesús,que en tu peregrinar por los caminos de Palestina,
has elegido y llamado a tus apóstoles
y les has confiado la tarea de predicar el Evangelio,
apacentar a los fieles, celebrar el culto divino,
haz que hoy no falten a tu Iglesia
numerosos y santos Sacerdotes, que lleven a todos
los frutos de tu muerte y de tu resurrección.
Espíritu Santo,
con la constante dádiva de tus dones,
introduce en el corazón de los llamados
a la vida consagrada
una íntima y fuerte pasión por el Reino,
para que con un sí generoso e incondicional
pongan su existencia al servicio del Evangelio.
Virgen Santísima,
para la actuación de su designio de salvación,
infunde confianza en el corazón de los jóvenes
para que haya siempre pastores celosos que
guíen al pueblo cristiano por el camino de la vida,
y almas consagradas que sepan testimoniar
en la castidad, en la pobreza y en la obediencia,
la presencia liberadora de tu Hijo resucitado.
Amén
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