Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa - Chapelle de la Rue de Bac (Paris)

INVOCACION Y ORACION POR LOS ENFERMOS

¡Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

(repetir tres veces)


¡Oh María, sin pecado concebida, por tu inmensa bondad y tierna misericordia te pido por todos los enfermos que te invocan con confianza! ¡Oh Madre piadosa, a quien la Iglesia llama confiada ¡Salud de los enfermos! Aquí me arrodillo implorando tu poderosa intercesión.
Lo que tantos afligidos obtenían por la palabra y los signos de tu Hijo Jesucristo, lo reciba este querido
enfermo ......................, a quien te encomiendo, mediante la aplicación de tu bendita Medalla.
Que su eficacia, tantas veces probada y reconocida en todo el mundo, se manifieste una vez más: para que cuantos seamos testigos de este nuevo favor tuyo, podamos dar testimonio agradecidos y exclamar:


¡El Señor y la Medalla Milagrosa le han curado!


martes, 25 de diciembre de 2012

ALEGREMONOS HOY NOS HA NACIDO UN SALVADOR

 
 
«Hoy nos ha nacido un Salvador»
 
 Según la tradición, el Hijo de Dios vino al mundo en Belén,
en medio de la noche. Leemos en el texto del profeta Isaías:
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9, 1).
A este pueblo pertenecían los pastores de Belén, que velaban
de noche su rebaño y a los que, en primer lugar, llegó la noticia:
 
«Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador:          
el Mesías, el Señor» (Lc 2, 11).
 
Ellos fueron también los primeros que, siguiendo la invitación del
ángel, se acercaron al establo donde había nacido Jesús.
 
«¡Hoy ha nacido Cristo, el Señor, el Salvador!».
          
Esta alegre noticia invita a toda la creación a cantar
al Señor «un cántico nuevo»:
 
«Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto
hay en ellos, aclamen los árboles del bosque» (Sal 95, 11-12).
 
Por eso en la noche de Navidad resuenan en el mundo entero cantos
de alegría, en todas las lenguas de la tierra. Son cantos que tienen
un atractivo singular y contribuyen a crear el clima inconfundible
de este periodo del año litúrgico. Verdaderamente, como dice el
profeta Isaías:
«acreciste la alegría, aumentaste el gozo» (Is 9, 2).
 
Juan Pablo II (fr.homilía 24/12/95)

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