concédeme la gracia de cumplir fielmente
con la santísima voluntad de Tu Padre,
en todo, siempre y en cualquier lugar.
Y cuando esta voluntad de Dios me parezca pesada
y difícil de cumplir, es entonces que Te ruego, Jesús,
que de Tus heridas fluyan sobre mí fuerza y fortaleza
y que mis labios repitan: Hágase Tu voluntad, Señor...
Compasivísimo Jesús, concédeme la gracia de olvidarme
de mi misma para que pueda vivir totalmente por las almas,
ayudándote en la obra de salvación,
según la santísima voluntad de Tu Padre...”
Amén
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