Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa - Chapelle de la Rue de Bac (Paris)

INVOCACION Y ORACION POR LOS ENFERMOS

¡Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

(repetir tres veces)


¡Oh María, sin pecado concebida, por tu inmensa bondad y tierna misericordia te pido por todos los enfermos que te invocan con confianza! ¡Oh Madre piadosa, a quien la Iglesia llama confiada ¡Salud de los enfermos! Aquí me arrodillo implorando tu poderosa intercesión.
Lo que tantos afligidos obtenían por la palabra y los signos de tu Hijo Jesucristo, lo reciba este querido
enfermo ......................, a quien te encomiendo, mediante la aplicación de tu bendita Medalla.
Que su eficacia, tantas veces probada y reconocida en todo el mundo, se manifieste una vez más: para que cuantos seamos testigos de este nuevo favor tuyo, podamos dar testimonio agradecidos y exclamar:


¡El Señor y la Medalla Milagrosa le han curado!


domingo, 8 de enero de 2012

EL BAUTISMO DEL SEÑOR



Con la fiesta del bautismo del Señor concluye el tiempo navideño y se nos brinda la oportunidad de ir, como peregrinos en espíritu, a las orillas del Jordán, para participar en un acontecimiento misterioso: el bautismo de Jesús por parte de Juan Bautista.
Dice la narración evangélica: ." Y al salir del agua, vio que los cielos se abrían y que el Espíritu Santo descendía sobre él como una paloma; y una voz desde el cielo dijo: "Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección". (Mc 1, 7-11).
En la proposición el Padre no "presenta" a su Hijo (“Éste es mi Hijo amado”), sino que se dirige a Él (“Tú eres mi Hijo...”): significa que Cristo nos representa a todos, y que desde ese momento pasamos a ser hijos amados, complacencia del Padre...
Cuando somos bautizados, esta vocación eterna se verifica efectivamente, verdaderamente: somos una nueva creación. Por lo tanto, nuestra dignidad, nuestra gloria, y nuestro compromiso pasa por vivir cada día nuestro bautismo...

ORACION DEL BEATO JUAN PABLO II (AÑO JUBILAR)

...Del río bendecido con tu presencia
has partido para bautizar no sólo con el agua
sino con fuego y Espíritu Santo.
¡Gloria a ti, oh Espíritu Santo, Señor!

Por tu poder la Iglesia es bautizada,
descendiendo con Cristo en la muerte
y resurgiendo junto a él a una nueva vida.

Por tu poder, nos vemos liberados del pecado
para convertirnos en hijos de Dios,
el glorioso cuerpo de Cristo.

Por tu poder, todo temor es vencido,
y es predicado el Evangelio del amor
en cada rincón de la tierra,
para la gloria de Dios,
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,
a Él todo honor en este Año Jubilar
y en todos los siglos por venir.
Amén.








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