Ofrece a tu hijo, Virgen Santa, y presenta al Señor
el fruto bendito de tu vientre (Lc 1,42).
Ofrece para nuestra reconciliación a la víctima santa que le agrada a Dios.
Dios aceptará sin duda alguna esta ofrenda nueva,
esta víctima de gran precio, sobre quien él mismo dijo:
"éste es mi Hijo amado; en quien me complazco" (Mt 3,17).
Pero esta ofrenda, hermanos, parece bastante dulce:
es solamente presentada al Señor, rescatada por palomas y recuperada en seguida.
Vendrá el día en que este Hijo no será ofrecido más en el Templo,
ni en los brazos de Simeón, sino fuera de la ciudad, en los brazos de la cruz.
Vendrá el día en que no será rescatado por la sangre de una víctima,
sino donde él mismo rescatará a otros por su propia sangre...
Será el sacrificio de la tarde.
Amén
Amén
Autor: San Bernardo
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