Señor, te
pedimos que como santa Brígida de Kildare
aprendamos a despreciar las cosas
tales como la vanidad
y las riquezas para poder servirte con un corazón
generoso
e indiviso y alcanzar, como ella,
el premio de la eterna bienaventuranza.
Por
Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario