"Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles
que están
siempre delante de Dios.
El Señor me envió a ayudarlos, porque
El ha escuchado
todas las oraciones que ustedes le han dirigido.
Porque eras aceptable a Dios
por eso te permitió sufrimientos
para que consiguieras mayores premios.
Pero
cuando ustedes rezaban angustiados,
yo llevaba sus oraciones ante el Trono de
Dios".
Y continuo diciendo:
"No sientan nunca vergüenza de contar a todos
los favores que Dios les ha hecho.
Recuerden que la limosna borra muchos pecados.
La oración y el hacer sacrificios
hacen inmenso bien.
Los que se dedican a pecar son enemigos de la propia
felicidad.
Pero los que se dedican a repartir limosnas,
consiguen muchos favores
de Dios".
Amén
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