¡Oh Inmaculada Concepción!,
Te damos gracias por haber concedido tu protección al Papa Juan Pablo II y porque en él has reflejado el amor de tu maternidad, la misericordia de tu Hijo Jesucristo y la luz del Espíritu Santo.
Como Pontífice, y confiando totalmente en tu infinita gracia y en tu poderosa intercesión, nos ha mostrado una imagen viva de Jesús el Buen Pastor, indicándonos la santidad de la vida cristiana ordinaria, como camino para alcanzar la comunión eterna.
Concédenos, por tu intercesión, y si es la voluntad de Dios, el favor que te imploramos, con la esperanza de que sea pronto incluido en el número de los Santos de la Iglesia Católica.
Amén.
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