Cristo resucitado, me atrevo a ponerme en tu presencia
para que me llenes de Ti y del gozo de tu triunfo
sobre el mal y la muerte.
Creo firmemente en tu presencia renovadora,
pero aumenta mi pobre fe. Confío que eres Tú
quien me guiará en esta meditación y en toda mi vida
para vivir como un hombre o mujer nuevo(a).
Enciéndeme con el fuego de tu amor, para que me entregue
a Ti sin reservas y quemes con tu Espíritu Santo mi
debilidad y cobardía para darte a conocer a mis hermanos.
Enséñame, Cristo resucitado, a descubrirte, para ser
un instrumento de tu amor, a buscar las cosas de arriba
y a gozar de tu presencia a lo largo del día.
Transfórmame, como a los primeros discípulos,
en un apóstol convencido de tu resurrección,
capaz de darlo todo por Ti.
Amén
Amén
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