¡Madre! Si la Iglesia hoy te proclama Beata, en la gloria,
ante todo, para nosostras eres nuestra madre,
la que nos trajo a la vida en el dolor y en la fe.
Mujer de Evangelio, has entregado tu vida para que
llegue un mundo nuevo de "Verdad y Caridad".
Concédenos seguir tus huellas conservando entre
nosotras este amor fraterno,
que es nuestra fuerza que anuncia el Reino.
Danos tu pobreza, tu obediencia, tu humildad.
Enséñanos a responder siempre a las
llamadas del Espíritu: "Heme aqui".
Tú decías: "La Eucaristia sostiene el mundo".
Que su celebración y su adoración sean el núcleo
principal de nuestra vida, para conservarnos en medio
del mundo y sostenermos con la oración.
¡Madre! Sostén nuestra mano por el camino
que tú has abierto, en seguimiento de Cristo que se
entrega al Padre por la salvación del mundo.
Que María y Francisco sean para nosotras como para ti,
los modelos que alumbran nuestro camino.
Y que podamos llegar así hasta la Trinidad,
esta Trinidad que Tú contemplas "tan bella en la verdad
del Amor" que es el Padre, el Hijo y el Espíritu,
por los siglos de los siglos.
Amén.
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