La tierra, Señor,
se alegra en estos días,
y
tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el
Señor Jesús,
que se avecina
como luz esplendorosa,
para iluminar a
los que yacemos en las tinieblas,
de la ignorancia,
del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza
en su venida,
tu pueblo ha
preparado esta corona
con ramos del
bosque y la ha adornado con luces.
Ahora, pues, que
vamos a empezar
el tiempo de
preparación
para la venida de
tu Hijo,
te pedimos,
Señor,
que, mientras se
acrecienta cada día
el esplendor de
esta corona, con nuevas luces,
a nosotros nos
ilumines
con el esplendor
de Aquel que,
por ser la Luz
del mundo,
iluminará todas
las oscuridades.
Te lo pedimos por
Él mismo
que vive y reina
por los siglos de los siglos.
Amén.