Oh Señor, te damos gracias por
alcanzarnos al beato Juan Agustín
que, encendido por el celo divino
y profesando la pobreza perpetua,
por su enorme caridad
y el fervor de su espíritu,
se entregó del todo a Ti,
al ideal apostólico y
a la predicación evangélica,
en la Orden de Predicadores.
Por su incansable prédica
iluminó a la santa Iglesia,
y con sus gloriosos méritos
al abandonar este mundo,
llegó hasta la Eterna morada.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
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