Señor Dios, que hiciste tan maravillosamente
fervoroso en caridad a san Emerano, mártir y
obispo, que no dudó en padecer inocente pena
por ajeno crimen. Concédenos, que por su
ejemplo, aprendamos a amar al prójimo,
tanto al menos como a nosotros mismos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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