La oración es comida que sustenta,
conversación que regala, trato que
entretiene y sueño dulce donde
el alma descansa.
¿Pues cómo no la tenéis?
¿Cuál estáis sin oración?
Díganlo vuestras obras que salen
disparatadas como las del que
no come ni duerme...
Dice el Señor: ¿Cómo os trato
Yo en la oración? ¿Acaso no os oigo?
¿No os regalo? ¿No os enternezco?
¿No os perdono?...
¿No inflamo vuestras voluntades?
¿No regalo vuestras memorias?
¿No endulzo vuestras almas?
¿No purifico vuestras conciencias?...
Pues, ¿por qué no me tratáis?...
Ea, venid y tratadme, que soy como
las flores, que cuanto más se tratan y
manosean os sueltan mayor fragancia.
Si queréis sentir mis olores, venid y
tratadme, no me dejéis de la mano, y
veréis cómo camináis al olor de mis
fragancias, como lo hacen las esposas...
Orad, que si sois malos, Yo os haré
buenos; si tibios, os pondré fervorosos;
si imperfectos, hallaréis la perfección...
Orad y conoceréis lo que soy para vosotros.
Amén
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