Oh Dios, gloria de los humildes,
que has inspirado al beato José María
un amor ardiente a la Eucaristía,
y lo has conducído al desierto
a través del Corazón de Jesús,
concédenos,
animados por su ejemplo e intercesión,
que no antepongamos nada a Cristo,
para que nos lleve a todos a la vida eterna.
Por el mismo Jesucristo nuestro Señor,
que vive y reina contigo y el Espíritu Santo.
Amén
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