Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Porque la sangre de la gloriosa
mártir santa Alejandra,
derramada, como la de Cristo,
para confesar tu nombre,
manifiesta las maravillas de tu poder;
pues en su martirio, Señor,
has sacado fuerza de lo débil,
haciendo de la fragilidad
tu propio testimonio;
por Cristo, Señor nuestro.
Amén
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