En este Domingo gritemos alegres:
¡Aleluya!
Dios abraza a la humanidad entera desde
la misericordia inmensa que siente por nosotros.
¡El Señor ha Resucitado! ¡Aleluya!
Todas las manos vacías,
todas las manos sucias,
todas las manos cansadas,
todas las manos amenazantes,
todas nuestras manos...
por la Resurrección del Señor quedan liberadas
para alabarlo con todas las fuerzas:
¡El Señor ha Resucitado! ¡Aleluya!
Hoy la Iglesia se engalana con sus mejores ropajes,
inundada por tan inmensa Luz de amor;
hoy los creyentes sentimos y celebramos
que la Vida vence todas las sombras de muerte y
que la Resurrección es esperanza para todos.
¡El Señor ha Resucitado! ¡Aleluya!
Hoy con Jesús, el Cristo, todos resucitamos,
todos renovamos nuestro compromiso:
por la vida y por la alegría de la fe;
por los más desfavorecidos;
por los más indiferentes;
por la paz sin condiciones;
por el bien común,
por la liberación de toda atadura,
y por los hermanos, antes que por nosotros mismos.
Por todo, gritemos con nuestra vida:
¡El Señor ha Resucitado!
¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Feliz Pascua de Resurrección!
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