Oh Dios, que en tu infinita ternura
has sido bondadoso para escuchar
la plegaria de tu sierva, Santa Rita,
y otorgas a su súplica lo que es imposible
a la vista, conocimiento y esfuerzos,
en recompensa de su compadecido amor
y firme confianza en Tu promesa:
ten piedad en nuestra adversidad
y socórrenos en nuestras calamidades.
Que el no creyente pueda saber que
Tú eres la recompensa del humilde,
la defensa de los sin esperanza,
y la fuerza de aquellos que confían en Tí,
a través de Jesucristo, nuestro Señor.
Amén
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