¡Oh bienaventurada y adorada virgen Santa
Lucía!,
tú que eres reconocida en todo el Universo
por el pueblo cristiano,
especialmente como
poderosa abogada y defensora de la vista;
aquí estamos, llenos
de confianza y acudimos
a ti pidiéndote la gracia de que nuestros ojos
se
mantengan sanos y que el uso que hagamos
de ellos sea siempre para bien de
nuestra alma,
sin que jamás turben nuestra mente, objetos o
espectáculos
pecaminosos.
Que todo lo sagrado que nuestra vista vea,
Que todo lo sagrado que nuestra vista vea,
se
convierta en saludable y valioso motivo
para amar cada día más a nuestro Señor
Jesucristo, a quien, por tu intercesión,
venerada protectora
nuestra, esperamos ver y
amar eternamente en la Patria
celestial.
Amén.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario