Junto a la cruz de su Hijo la Madre llorando se ve,
el dolor la ha crucificado, el amor la tiene en pie.
Quédate de pie, de pie junto a Jesús, que tu Hijo sigue en la cruz.
Cruz del lecho de los enfermos, de los niños sin un hogar,
cruz del extranjero en su patria, del que sufre en soledad.
Cruz de la injusticia y miseria de los marginados de hoy;
cruz de tantas falsas promesas y de la desesperación.
Cruz del abandono de amigos, del olvido y de la traición;
cruz de la amenaza y del miedo, de la tortura y la prisión.
Cruz de los que sin esperanza sufren sin saber para qué;
cruz de los enfermos del alma, de los que perdieron la fe.
- Ruega por nosotros, Virgen de los Dolores.
- Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
y gracias de nuestro Señor, Jesucristo.
Padre de todo consuelo, Dios de infinita misericordia y bondad,
que nos diste a María como Madre y Modelo de cristiano,
acrecienta nuestra fe, fortalece nuestra esperanza
y enciende nuestra caridad, de tal modo que seamos
signo del gran amor que tienes para con todos.
Tú conoces mejor que nadie nuestros sufrimientos y dolores,
te pedimos que si es tu voluntad nos libres de ellos.
Pero, sobre todo, queremos pedirte que ni ellos, ni nada,
ni nadie puedan separarnos jamás de tu amor,
ni quitarnos las ganas de vivir para adorarte.
Te presentamos nuestra oración por medio de Jesucristo,
Señor Nuestro, tu Hijo e Hijo de María, la Virgen Dolorosa,
Él vive y reina contigo y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
Amén.
Fuente: www.mariologia.org
LOS SIETE
DOLORES DE LA VIRGEN MARÍA
1º. La profecía
de Simeón (Lc. 2, 22-35) ¡Dulce Madre mía! Al presentar a Jesús en el
templo, la profecía del anciano Simeón te sumergió en profundo dolor al oírle
decir: “Este Niño está puesto para ruina y resurrección de muchos de Israel, y
una espada traspasará tu alma”. De este modo quiso el Señor mezclar tu gozo con
tan triste recuerdo. Rezar Avemaría.
2º. La
persecución de Herodes y la huída a Egipto (Mt. 2, 13-15) ¡Oh Virgen
querida!, quiero acompañarte en las fatigas, trabajos y sobresaltos que sufriste
al huir a Egipto en compañía de San José para poner a salvo la vida del Niño
Dios. Rezar Avemaría.
3º. Jesús
perdido en el Templo, por tres días (Lc. 2, 41-50) ¡Virgen Inmaculada!
¿Quién podrá pasar y calcular el tormento que ocasionó la pérdida de Jesús y las lágrimas derramadas
en aquellos tres largos días? Déjame, Virgen mía, que yo las recoja, las guarde
en mi corazón y me sirva de holocausto y agradecimiento para contigo. Rezar
Avemaría.
4º. María
encuentra a Jesús, cargado con la Cruz (Vía Crucis, 4ª estación)
Verdaderamente, calle de la amargura fue aquella en que encontraste a Jesús tan
sucio, afeado y desgarrado, cargado con la cruz que se hizo responsable de todos
los pecados de los hombres, cometidos y por cometer. ¡Pobre Madre! Quiero
consolarte enjugando tus lágrimas con mi amor. Rezar Avemaría.
5º. La
Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor (Jn. 19, 17-30) María, Reina de los
mártires, el dolor y el amor son la fuerza que los lleva tras Jesús, ¡qué
horrible tormento al contemplar la crueldad de aquellos esbirros del infierno
traspasando con duros clavos los pies y manos del salvador! Todo lo sufriste por
mi amor. Gracias, Madre mía, gracias. Rezar Avemaría.
6º. María recibe
a Jesús bajado de la Cruz (Mc. 15, 42-46) Jesús muerto
en brazos de María. ¿Qué sentías Madre? ¿Recordabas cuando Él era pequeño y lo
acurrucabas en tus brazos?. Por
este dolor te pido, Madre mía, morir entre tus brazos. Rezar Avemaría.
7º. La sepultura
de Jesús (Jn. 19, 38-42)
Acompañas a tu
Hijo al sepulcro y debes dejarlo allí, solo. Ahora tu dolor aumenta, tienes que
volver entre los hombres, los que te hemos matado al Hijo, porque Él murió por
todos nuestros pecados. Y Tú nos
perdonas y nos amas. Madre mía
perdón, misericordia. Rezar Avemaría.
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