Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa - Chapelle de la Rue de Bac (Paris)

INVOCACION Y ORACION POR LOS ENFERMOS

¡Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a vos!

(repetir tres veces)


¡Oh María, sin pecado concebida, por tu inmensa bondad y tierna misericordia te pido por todos los enfermos que te invocan con confianza! ¡Oh Madre piadosa, a quien la Iglesia llama confiada ¡Salud de los enfermos! Aquí me arrodillo implorando tu poderosa intercesión.
Lo que tantos afligidos obtenían por la palabra y los signos de tu Hijo Jesucristo, lo reciba este querido
enfermo ......................, a quien te encomiendo, mediante la aplicación de tu bendita Medalla.
Que su eficacia, tantas veces probada y reconocida en todo el mundo, se manifieste una vez más: para que cuantos seamos testigos de este nuevo favor tuyo, podamos dar testimonio agradecidos y exclamar:


¡El Señor y la Medalla Milagrosa le han curado!


viernes, 6 de enero de 2012

EPIFANIA DEL SEÑOR



El origen oriental de esta solemnidad se encuentra en el mismo nombre: "Epifanía", es decir, revelación, manifestación; los latinos usaban la denominación "festivitas declarationis" o "apparitio", con el significado principal de revelación de la divinidad de Cristo al mundo pagano con la adoración de los reyes magos.
Sin tratar de hacer una reconstrucción histórica, podemos considerar el episodio de los magos como lo hicieron los Padres de la Iglesia: símbolo y manifestación de la llamada a la salvación de los pueblos paganos. Dios habla a los paganos por medio del mundo visible: el resplandor del sol, la armonía de los astros, la luz de las estrellas en el firmamento (los magos descubrieron en el cielo la señal divina) es portador de una cierta presencia de Dios. Los reyes magos fueron la explícita declaración de que el Evangelio había que predicarlo a todos los pueblos.
El intercambio de "regalos de Reyes"; esta costumbre tiene sus raíces en el episodio evangélico de los dones ofrecidos por los Magos al Niño Jesús: oro, incienso y mirra (cf. Mt 2,11) y, en un sentido más radical, en el don que Dios Padre ha concedido a la humanidad con el nacimiento entre nosotros del Emmanuel (cf. Is 7,14; 9,6; Mt 1,23).

ORACIÓN  DE EPIFANÍA
Señor, esta fiesta de la Epifanía nos recuerda
que Tú eres un Dios abierto a todos,
que tu amor no tiene fronteras humanas
ni se detiene ante los países.
Tú eres la estrella que brilla en la noche,
para todos aquellos que quieren seguirte,
para todos aquellos que te buscan.
A los que ya te seguimos a tientas
y con susurros del corazón,
no nos dejes caer en la tentación
de velar la luz de tu Evangelio
y de apagar la verdad,
que has manifestado en tu Hijo, nuestro
Señor,
que vive por los siglos de los siglos.
Amén

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