Glorioso mártir San Fermín,
por el gran amor que has tenido a Jesús y a María,
alcánzanos la gloria de conocer,
amar y servir a Dios como tú lo hiciste.
Por la singular limpieza de corazón y alma con que viviste,
enséñanos a huir de todo pecado.
Por la confianza que tuviste en Dios,
enséñanos a aceptar siempre su voluntad.
Por tu dichosa muerte,
alcánzanos la gracia de vivir y morir cristianamente
amando la cruz hasta el final.
Aquí se hace la petición.
Oh Dios, que nos has dado en el glorioso mártir San Fermín,
un insigne defensor de la fe católica,
concédenos la gracia de predicar el Evangelio como él hizo,
llevando una vida intachable, humilde,
de acuerdo con el mensaje de la fe y amor que anunciamos.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Desde su aparición en 1830, a santa Catalina Labouré, la Virgen María, en su advocación de la Inmaculada Concepción de la Medalla Milagrosa, le encarga hacer acuñar una medalla que, en poco tiempo, se difunde entre miles, luego millones de creyentes como la "Medalla Milagrosa". Las gracias que reciben quienes las piden con confianza (fe) y son portadores de la Santa Medalla, ha hecho que su devoción trascienda las fronteras y los milagros se multipliquen por doquier... ¡Gracias Madre Milagrosa!
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