¡San Huberto!, patrono de los cazadores.
Tú que galopaste por montes y quebradas,
tú que perseguiste ciervos y leones,
tú que derramaste sangre montesina,
tú que empuñaste cetro y jabalina,
tú, santo compañero, nuestro guía y patrón,
líbranos de los peligros que en el monte acechan.
tú que perseguiste ciervos y leones,
tú que derramaste sangre montesina,
tú que empuñaste cetro y jabalina,
tú, santo compañero, nuestro guía y patrón,
líbranos de los peligros que en el monte acechan.
Líbranos, Señor:
de la roca que resbala y nos despeña;
de la roca que resbala y nos despeña;
del rayo, precipicio y avalancha;
del caballo que ciega y se desboca;
de la pólvora que estalla y de la bala perdida.
Por tu luz milagrosa, protégenos, Señor.
Por tu ciervo o jabalí herido, danos tu perdón.
Por tu ciervo o jabalí herido, danos tu perdón.
San Huberto, patrono de los cazadores, ruega por nos.
Amén.
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