Glorioso Juan Macías, que supiste grabar en el fondo
de tu corazón ese divino precepto de la caridad, que
por su importancia se inculca tanto en la antigua ley,
y que la renueva y perfecciona Jesucristo en su Evangelio,
declarándonos que es el primero y más grande de todos los
mandamientos, y prometiendo la vida eterna al que lo
cumpliese; tan fielmente le escuchas, como pronto supiste
guardarlo y cumplirlo en todo el curso de tu vida.
A tu ayuda acude mi suma debilidad y flaqueza, para que
poniendo esta fundamental piedra al edificio de mi verdadera
conversión, comience desde hoy a ejercitarlo y practicarlo,
a fin de que consiga ser discípulo de Jesucristo,
que vive y reina con el Padre y el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
Amén.
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