Oh Dios, creador y salvador de todos los hombres, que en Corea,
de modo admirable, llamaste a la fe católica a un pueblo de
adopción y lo acrecentaste por la gloriosa profesión de fe de
los santos mártires san Andrés Kim y sus compañeros, concédenos,
por su ejemplo e intercesión, perseverar también nosotros hasta
la muerte en el cumplimiento de tus mandatos.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén
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