Oh gloriosísimo San Miguel Arcángel, príncipe y caudillo
de los ejércitos celestiales, custodio y defensor de las almas,
guarda de la Iglesia, vencedor, terror y espanto de los rebeldes
espíritus infernales. Humildemente te rogamos, te digne librar
de todo mal a los que a ti recurrimos con confianza; que tu
favor nos ampare, tu fortaleza nos defienda y que, mediante tu
incomparable protección adelantemos cada vez más
en el servicio del Señor; que tu virtud nos esfuerce todos los días
de nuestra vida, especialmente en el trance de la muerte, para que,
defendidos por tu poder del infernal dragón y de todas sus asechanzas,
cuando salgamos de este mundo seamos presentados por tí, libres
de toda culpa, ante la Divina Majestad.
Dios Señor nuestro, imploramos tu clemencia para que habiendo
conocido tu Encarnación por el anuncio del Arcángel San Gabriel,
con el auxilio suyo consigamos también sus beneficios.
Arcángel San Rafael, que dijiste: «Bendecid a Dios todos los días
y proclamad sus beneficios. Practicad el bien y no tropezaréis
en el mal. Buena es la oración con ayuno, y hacer limosna mejor
que atesorar oro», te suplico me acompañes en todos mis caminos
y me alcances gracias para seguir tus consejos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
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