Recuerda, oh dulcísima santa Germana,
a tus hermanos y tus hermanas que gimen
y que están sufriendo en este valle de lágrimas.
Recuerda que en ti esperan,
consuelo en sus pruebas,
consuelo en su dolor.
Recuerda que tú también has sufrido,
que lloraste y que experimentaste la pobreza,
el aislamiento, la humillación y el sufrimiento.
Y ahora, en tu gloria, recuerda nuestras miserias;
en tu poder, recuerda nuestras debilidades;
en tu felicidad, recuerda nuestras lágrimas.
Enséñanos la dulzura de tu corta vida,
tu paciencia, tu fe, tu amor...
Y cuando salgamos de este mundo,
acógenos en la patria eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén
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