Oh Dios, así como mandaste tu Santo Espíritu
sobre la Iglesia primitiva en las lenguas encendidas
y el fuerte viento de Pentecostés, ahora, te pedimos
que mandes ese mismo Espíritu sobre nosotros,
para proclamar el Evangelio de Cristo a cada criatura.
Humildemente oramos para que tú aumentes tu vida
Trinitaria entre nosotros; haznos testigos santos y
efectivos de la muerte y Resurrección de Jesús;
ayúdanos a vivir nuestra fe católica con tal alegría,
convicción y amor que atraiga a otros al sagrado
misterio de tu Iglesia y a la gracia poderosa
de los sacramentos. Te suplicamos que nos hagas
ministros de tu Palabra, en la expresión y la acción,
en la verdad y la caridad, en el misterio de la cruz
de Jesús y en la luz de su gloriosa resurrección.
Amén.
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