Virgen de Guadalupe, invocada por los mártires
en el momento supremo de su entrega, y a la que
san Román Adame Rosales profesó tan tierna devoción,
acompañe con su materna protección los buenos propósitos
de quienes honran hoy a los santos mártires mexicanos
y ayude a los que siguen sus ejemplos, guíe y proteja
también a la Iglesia para que, con su acción evangelizadora
y el testimonio cristiano de todos sus hijos, ilumine el camino
de la humanidad en el tercer milenio.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amen.
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