Dios todopoderoso, no permitas que seamos
perturbados por ningún peligro, Tú que nos
has afianzado sobre la roca de la fe apostólica.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén
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