Glorioso San Eduardo, tú que nos mostraste tu devoción
a Dios con paciencia, gentileza y generosidad.
Pide a Dios la Gracia para que podamos servirlo
fortaleciendo el Reino de Dios a través de la
oración paciente y ayuda a nuestros hermanos necesitados.
Enséñanos a ver en el mundo presente la preparación
del otro que no tendrá fin, a juzgar los acontecimientos
humanos con vistas a sus resultados eternos.
Por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina.
Amén
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