¡Oh Bienaventurada santa María Margarita,
que por tu fidelidad a la gracia llegaste
a la más alta y heroica santidad!
Compadécete de mi inconstancia y
consígueme que yo comprenda bien que,
de ser fiel y dócil a la gracia, depende mí
santificación y mi felicidad eterna.
Alcánzame también lo que tanto deseo
si es para gloria de Dios y bien de mi alma.
Amén.
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