Oh Dios, que enviaste a tu Hijo, para que,
muriendo y resucitando nos diese su Espíritu de amor.
Nuestras hermanas mártires del siglo XX,
mantuvieron su adhesión a Jesucristo
de manera tan radical y plena
que les permitiste derramar su sangre por Él.
Danos la gracia y la alegría de la conversión
para asumir las exigencias de la fe;
ayúdanos, por su intercesión,
y por la de María, Reina de los mártires,
a ser siempre artífices de reconciliación
y a promover una viva comunión
entre los miembros de tu Iglesia en el mundo;
enséñanos a comprometernos, con nuestros
Nuestras hermanas mártires del siglo XX,
mantuvieron su adhesión a Jesucristo
de manera tan radical y plena
que les permitiste derramar su sangre por Él.
Danos la gracia y la alegría de la conversión
para asumir las exigencias de la fe;
ayúdanos, por su intercesión,
y por la de María, Reina de los mártires,
a ser siempre artífices de reconciliación
y a promover una viva comunión
entre los miembros de tu Iglesia en el mundo;
enséñanos a comprometernos, con nuestros
pastores, en la nueva evangelización
haciendo de nuestras vidas testimonios
haciendo de nuestras vidas testimonios
eficaces del amor a Ti y a los hermanos.
Te lo pedimos por Jesucristo, el Testigo fiel y veraz,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Te lo pedimos por Jesucristo, el Testigo fiel y veraz,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
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