Señor, te ruego que no me condenes
por lo que se me diga desde fuera.
Pero no me hubiera llegado al
corazón; no me juzgues
Por las palabras oídas
pero no
puestas a la obra.
Por las palabras conocidas
pero no amadas.
Por las palabras conocidas
pero
no guardadas en el
corazón,
Por las palabras conocidas
pero
no reconocidas.
Háblame, Señor, que tu
servidor escucha.
Porque sólo Tú tienes
palabras de vida eterna.
Señor, busca todas las
formas posibles de
hablarme
Para que mi alma te
alcance
Y mi vida se conforme a
Ti,
Tan sólo
para honrar eternamente tu gloria.
Amén
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