Oh Nuestra Señora de Fátima, en mi pobreza,
en mi destierro, en mis sinsabores, te contemplo
como arco iris de esperanza, de paz y de protección.
Sé mi consuelo en la lucha y en los peligros;
mi luz en la oscuridad; mi escudo en las batallas
contra las pasiones, el mundo y el demonio.
Sálvame y salva a todos los pecadores.
Así sea.
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