Oh María, Madre de la Merced,
Tú has experimentado como nadie la misericordia del Padre,
y has participado en su manifestación
mediante el sacrificio de tu corazón al pie de la cruz.
Tú, interviniste en una noche de la historia
a favor de los cristianos que sufrían cautividad
y se encontraban en peligro de perder su fe.
Hoy sigues haciendo presente el amor de Dios entre los hombres,
los que sufren, los pobres, los perseguidos, los oprimidos.
Escucha nuestras súplicas.
.
Rompe las cadenas que nos atan y nos impiden ser libres
Rompe las cadenas que nos atan y nos impiden ser libres
y conviértenos en redentores y liberadores,
para que llenos del amor de Cristo,
dediquemos nuestras vidas a promover la verdadera
libertad y dignidad de los hombres,
aquella que permite la comunión con el Padre
y la fraternidad con Cristo y los hermanos.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario